Han pasado 8281 días

26/11/04 14:13


camisetas secas


Las vidas, al menos la mía, están llenas de motivos que se repiten siguiendo una secuencia imprevista. El otro día, mientras leía el periódico, me volví a dar de narices contra el ciclo vital. En una página aparecían los directivos del Club de Fútbol Rosario Central dándole la camiseta a Ernesto Sábato. Y así emergían, unidos en la misma imagen, dos elementos que me son absurdamente queridos, como lo son todos los amores.

WilliamsEn la página siguiente del mismo diario aparece una noticia con el siguiente titular El relato "Condenada belleza del mundo" recupera la memoria de Luis Martín-Santos. Ambos escritores forman parte de la tela de araña que durante años han ido tejiendo mis fantasías, como una camiseta, la de franjas celestes y blancas que Robbie Williams lucía en otra hoja del diario para congraciarse con los argentinos.

La camiseta del RosarioHace años, muchos, escribí algo sobre Martín-Santos, que se apoderaba de mi mente apenas unos segundos después de perder la vida en la misma carretera por la que yo llegaba, con 14 de meses, a Vitoria. Aquel día en que mi madre y yo vimos por primera vez una ciudad. Me falta por saber qué papel juega en esta historia el Rosario Central, equipo al que nunca he visto jugar pero al que me une ese algo que en algún momento, en algún lugar, verá la luz.


Escrito por txema

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30/10/04 0:15


Oda a la telebasura


Ocurre lo que ha de ocurrir porque siempre nos enteramos del presente cuando ya es pasado, así que se nos pasan los días corriendo tras la pelota y sin llegar a rematar, como el jugador malo de cada equipo, el que fue un niño gordo o despistado, o el que escribe un plural, éste es el caso, sin caer en la cuenta de la incomodidad que causan las palabras largas (nosotros ocupa más que yo), pero ha decidido seguir porque una vez puesto, o puestos, ya puestos, qué más da el número o el género.

Querida amiga, dos puntos, estoy insatisfecha con mi situación actual. No me gusta lo que leo, no leo, no me interesan las noticias, no sé qué opinar en las reuniones y la edad me impide mostrar la vertical generosidad de mis tetas, podemos decirlo así, en los actos sociales donde triunfaron, años atrás, sus marcadas tendencias perpendiculares. Se caen, como mi vida y, la verdad, ignoró qué buscan en esa dirección.

Querido amigo, dos puntos, te recomiendo vívamente que vacíes los testículos aunque sea a mano. O con Perlán. O a máquina. O que no te indignes. O que te compres un disco en un radio de acción muy amplio. Pongamos en un lado de la balanza a The Strokes y en otro a Camilo Sesto, porque los R.E.M. han endurecido el discurso mientras ablandaban los acordes. O que escribas estupideces. No que las escribas mal, no sea que te den un premio, y no te lo deseo, sino que conviertas la nada en algo bello, como las antiguas tetas de la querida amiga. Y a ver qué pasa.

Queridos amigos todos. Nos hallamos aquí reunidos para celebrar el nacimiento del niño Farruquito y la muerte de la telebasura. Para que un acelerón se nos lleve al otro barrio en un pispás y nos dé ese aire distinguido que sólo los dramas saben dar, que se nos note que tuvimos una infancia dura, que nuestro padre fue un borracho y nuestra madre una puta y, mira, hemos salido adelante, robando carteras a los turistas.

Estimado señor, punto y seguido. Me dirijo a usted. Eso quiere decir a y no hacia, porque si se diera el improbable segundo caso habría una colisión entre usted y yo, cosa indeseable por ambas partes. Entonces, me dirijo a usted. Y ahora viene el momento de decirle algo, es la fórmula, ya sabe, no es que quiera, me obligan, mi supervivencia depende de ello. Mire usted, soy un camionero en paro y necesito ayuda porque ella quiere a toda costa una solución para las tetas, los pechos quise decir, perdone usted, y ya no sé por dónde tirar etcétera, etcétera, atentamente.

Pues yo lo odio, te juro que lo odio, o sea osea, ósea y oscence.

Tenemos con nosotros a diez millones trescientas mil cuatrocientas doce vírgenes y a cuarenta y dos millones doscientos tres mil tíos con pollas de más de veinticinco centímetros. Como vienen empalmados, la cola (la cola de colas, entiéndase) llega hasta Majadahonda e, incluso, según nos informan a Móstoles capital. Vamos con un par de días de publicidad y enseguida los tendremos en el plató. Nos lo van a contar todo sin pelos y tatuajes.

Pues a la Carmen Sevilla la conoce mi madre de un día que la invitaron a la inauguración de un complejo residencial en Murcia, el calor que hacía, no veas, y es tan normal, muy maja. Que da gusto, vamos, que no es una pindonga.


Escrito por txema

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