Han pasado 8431 días

28/11/02 13:33


suero



Ayer me pasé el día y buena parte de la noche en el hospital y mientras María me sujetaba la cabeza pensaba en lo breve que es todo, en lo curioso que es el dolor ajeno, en cómo me miraba aquella mujer del rincón y en las ganas que tenía de comer cualquier cosa. Llegué a contar unas doscientas gotitas de suero antes de caer vencido por los tranquilizantes. A lo lejos, una enfermera decía "tranquilo, que eso te mantiene hidratado", una madre acariciaba a un bebé...

Hasta que uno enferma no es consciente de la salud.


Escrito por txema

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25/11/02 21:04


miguel



Cuando era un crío iba al acantilado y me sentaba en las rocas, sobre el océano que ahora luce envuelto en manchas negras. Veía pasar a las mujeres, remando con fuerza de hombres; a los hombres. Perdidos al borde del horizonte, en aquella línea que ocultaba desconocidos continentes a los que luego puse nombre y distancia. Miguel buscaba cangrejos con la muda recién puesta y el caparazón blando y yo los ensartaba en el anzuelo con la vista perdida en el sargazo y en las pieles de mandarina que rodaban rocas abajo hasta perderse en la espuma. Después lanzábamos el aparejo, él encendía la pipa que le regaló un armador de Panamá a quien ayudó a reparar el viejo motor de su mercante, y me contaba las historias de las corrientes, de los mares del norte, los fletanes, los atunes, las bellas mujeres de Zanzíbar y del loro, al que llamaban Callao porque era un extraño pájaro mudo aunque, al parecer, muy reflexivo.

Miguel me enseñó a descabezar anguilas, a descolgarme por el acantilado sin resbalar y a señalar las constelaciones. También me contó que las mujeres tienen un curioso agujero entre las piernas y que, una vez, en Punta Umbría, conoció a una que recogía piedras con la entrepierna.

Un día, a media mañana, comenzaron a sonar las campanas y mi padre me paró en la puerta cuando corría a mi cita con el marinero.

Sólo dijo: "Hoy no. Ya no."


Escrito por txema

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