Han pasado 8430 días

10/3/03 21:22


rayo de luz



El viejo Miguel a veces se ponía triste mientras esperábamos a que picara alguna anguila. Interrumpía la charla y se pasaba el índice por la ceja rota y por algo más, que también se quebró, a un par de millas de Malpica, en aquel golpe de mar que se llevó al hermano y al barco como si fueran piezas soldadas de un mismo cuerpo. Yo, entonces, hacía como que no le veía y rezaba para que algún bicho mordiera el anzuelo y se llevara los demonios de la piel del marinero. Uno de aquellos días, los más bellos de mi infancia y los más duros de su retiro, apoyé la caña en las rocas y le pregunté por las mujeres. No por aquella negra de Cabo Verde que volvía locos a los marinos sin mover la pelvis, ni por la Lupe de pezones enormes, ni por ninguna de aquellas hembras fabulosas de las que me contaba vidas y milagros mientras devolvía los peces pequeños a las olas.
Fue una pregunta general de nieto adoptado y de hombre a hombre. -¿Y qué quieres saber, tú, Josiño? ¿cómo se hace? -No, eso ya lo sé. -Ah, ¿si?...pues ya sabes mucho. -Bueno, dije intentando resultar convincente, algo oí en la tienda el otro día, y con las historias que me cuentas... -No son historias, hijo, son verdades que algún día entenderás.

(...)
-...Que lo que yo quería saber es cómo sabes que una mujer te cogió...ya sabes, como te pasó con la tía Carmen. -¿Qué cómo sabes que estás enamorado? ¿eso quieres saber, Josiño? -Si. -¡Bah!, eso es fácil, cuando te despiertes al lado de una y veas que su cara es como un rayo de luz...

Otras historias de Miguel: txema.antville.org txema.antville.org


Escrito por txema

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9/3/03 0:06


miradas



Carlos Pascual

Según se mire, una fotografía no es nada. Es algo que ya no está, un intento de encerrar la arena en un puño al que miramos esparando que nos hable. Y si es algo, es una mirada. Carlos, con quien he tenido el placer de trabajar durante muchos años, es el mejor fotógrafo que he conocido. Nunca será el más famoso, tampoco creo que le importe demasiado, pero para mí siempre será el más importante. Iba a decir que he aprendido mucho a su lado, pero es complejo eso de aprender a mirar porque, en contra de la opinión mayoritaria, las fotografías no se hacen. Simplemente, se ven. Están ahí y tienes que cogerlas, separar lo esencial de lo superfluo y lo verdadero de lo falso; tienes que entender lo que te rodea y ser capaz de resumirlo en unas milésimas de segundo de historia quieta. Hoy, mientras charlábamos en casa, le he hecho un retrato, y he experimentado una extraña sensación de certeza.

Después he leído unas líneas que Paz escribe sobre algunas de mis fotografías y sobre su miedo a escribir algo inconveniente. Y es cierto que me molestan los halagos y que me gustan los silencios. Lo primero porque soy débil o porque soy un estúpido perfeccionista o por las dos cosas a la vez y, lo segundo, porque hay palabras que no admiten otra que las siga y sentimientos en los que apenas cabe una sílaba.

Me voy a atrever a mostrarme efusivo. Y te prometo que la próxima vez que pase por aquellas largas calles buscando el desvío de Ponteceso me detendré para darte algo que no digo para evitar el pareado.


Escrito por txema

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