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14/12/02 23:33
dallas
- ¿Eres de por aquí?.
- No. (Pausa. Él se acaricia el bigote con la uña del meñique diestro como Brando en El Padrino. Ella trata de no pestañear para que el brillo de la primera lágrima embellezca su mirada. Un viejo pide cambio para la máquina tragaperras. Dos perros joden en la acera de enfrente. Pasa un avión sobre Dallas)
- ¿Quieres tomar algo?
- Ya estoy tomando algo. Pero si me quieres invitar...ahora me lo termino. (Se le resbala el pie, se le cae un zapato, se le ve la carrera de la media sobre el empeine)
- ¿Qué estás bebiendo?
- Vodka.
- ¡Ah!
- Si. (Él se muerde el labio inferior. Ella se rasca la rodilla. Los perros ladran, un niño les ha acertado con una piedra)
- Un poco temprano para beber vodka ¿no?
- Bueno. Tal vez.
Pasa una hora Pasan dieciséis minutos
Dos copas más. Charlas sin trascendencia. Llueve. Comienza el telediario. A ella le aprieta el sostén. Él se da cuenta de que ha comido demasiado ajo. El camarero se corta un dedo abriendo una lata de berberechos.
- (...) -Pregúntame si quiero follar contigo.
- (Duda, se mira el anilo, se toca la oreja) ¿Qué?.
- Que me preguntes si quiero follar contigo...
- (Baja el volumen de la voz) ¿Quieres follar conmigo?.
- No, gracias. Pero me encanta que me lo pidan.
Se iluminan las luces de la tragaperras. Unas monedas ruedan por el suelo. Un taxi se detiene en la esquina. Él se tira un pedo. Nadie se da cuenta. Pasa otro avión sobre Dallas.
Escrito por txema
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5/12/02 21:45
incertidumbre
Aquel hombre salió un día a la calle y cuando volvió a casa tenía una incertidumbre sobre el hombro derecho. No se dio cuenta, pero en algún momento, mientras compraba la prensa, tal vez en el semáforo, ella subió por su espalda y se quedó asomada a la altura de la clavícula. Al quitarse la americana la vio reflejada en el espejo e intentó sacudírsela sin éxito. Lo intentó mientras se despojaba de la camisa y de la camiseta pero no había manera. Ella le miraba con expresión de sorpresa mientras él frotaba su piel con la esponja más áspera que encontró. La epidermis enrojeció, pero la incertidumbre seguía siendo negra.
Aquella noche el hombre se despertó de madrugada y se dirigió a la cocina. Y allí estaban la dos. Su mujer y su incertidumbre.
"Cariño, te hemos preparado el desayuno", dijeron.
Escrito por txema
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