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14/1/03 1:23
botellas
Hace días que pienso mucho en la decisión de Ana Botella de entrar en política, aunque tengo fundadas intuiciones de que lleva años dentro y el que está fuera, no hay más que verlo, es el esperpento monosilábico que tiene como marido. Soy rarito, qué le vamos a hacer. A otros les da por el fútbol o por la gastronomía fina. A mi, por las cábalas absurdas y las esperas, porque el destino siempre me aguarda con la sorpresa y, en ocasiones, con la respuesta.
El caso es que removiendo libros he dado con uno que me ha puesto, por decirlo así, en la onda Botella. La obra lleva por título El libro de los novios y se editó en 1956. Viene a ser una guía práctica del braguetazo femenino que comienza con la intrigante pregunta "¿Existe un arte para llegar al matrimonio?" y que afirma que, según "el doctor Clifford Adams, director de la Sección de Matrimonio de la Universidad de Pensilvania (...) una muchacha no tiene más que seis probabilidades de cada diez para realizar su deseo de casarse."
Con ese arranque se puede esperar cualquier cosa y, mientras sigo con la foto fija de la Botella en la mente, ojeo páginas de deliciosa prosa. Me entero de que los muchachos prefieren los vestidos sencillos y el maquillaje discreto, de que las que se llaman Josefina son "viciosas y celosas" y de que la sortija o pulsera de pedida puede llevar cualquier clase de piedras preciosas.
Hallo, también, respuestas para cuatro preguntas fundamentales. A saber:
"¿Debe adornarse con flores la mesa? Si, pero con discreción; pueden ser indistintamente blancas o de color de rosa.
¿Hay que poner la carta con la minuta e la mesa? Si, a ser posible. Y conviene procurar especialmente su buena presentación, sin lo cual es preferible abstenerse.
¿De qué lado hay que presentar los platos? Siempre por el lado izquierdo, retirándose, por lo tanto, por el lado derecho.
¿Qué mantel debe ponerse? Hace mucho tiempo que es obligado ponerlo blanco, de damasco o hilo con bordados y encajes. Pero esta costumbre pronto pasará de moda, seguramente. Un mantel de color tendría al menos la ventaja de mantenerse limpio hasta los postres. "
Y lo mejor: "Si alguien felicita a la desposada por su lindo vestido no debe responder: Es de la casa X o Z, ni "lo hice yo misma". Debe contentarse con dar las gracias por el cumplido, que le alegra mucho"; seguido del necesario control de la botella que mi subconsciente anhelaba para dar respuesta a las inquietudes político-sociales que le abruman...es donde dice que los recién casados "aunque la mesa esté muy animada y un poco ruidosa, tendrán la precaucíón de beber lo menos posible, sin hacerlo notar, sin embargo".
Así que esa debe de ser la gran diferencia. Que a mi me enseñaron a disimular las borracheras, no la abstinencia.
Escrito por txema