Han pasado 8286 días
5/11/02 1:22
hellfire
Anduve dándole vueltas al lamentable éxito de Putin y de sus ejecuciones de terroristas dormidos en las butacas de un teatro; sigo pensando en ello, en cómo se asemeja esta realidad a aquellos juegos de infancia en los que entrábamos en la ciudad como vaqueros solitarios disparando para hacer justicia, como veíamos en el western dominical amenizado por los ronquidos del abuelo en el sofá. Ojo por ojo, el bien contra el mal, el mismo modelo alimentado por religiones, libros y películas; opio para un pueblo al que se pretende dar una esperanza, una salida. Como en un inocente juego de niños, simple, maniqueo, se elimina lo que sobra sin más; el disparo contiene el juicio y la sentencia. A Abu Ali y a sus compañeros les cayó encima otro dios, el que no era suyo, un misil hellfire que los envió no se sabe si a un cielo o a un infierno, porque éstos son tan variables como las divinidades que los fabrican.
Y aquí estamos todos. Asistiendo en primera fila al espectáculo, felicitando al sheriff bueno que limpió nuestra ciudad de malhechores con la fría eficacia del delincuente experimentado; ajenos a la justicia mientras otros clasifican a los muertos, como si a ellos les importara haberse ido en mitad de una crisis o en medio de un acto de represión del terrorismo. El tiro a sangre fría, el misil, el asesinato nos hace iguales, nos da un papel en este teatro de lo simple con decorado en blanco y negro. Donde una mancha gris es una prueba que utilizarán en nuestra contra sin habernos leído los derechos.
Escrito por txema