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viernes, 1. abril 2005

1/4/05 19:26


El Papa


Es normal que el Papa se muera. A fin de cuentas es humano, aunque empeñado en convertir su agonía (él o quien sea) en un espectáculo de masas, como si hubiera algo de edificante en ver a un viejo arrastrando sus últimas horas, del mismo modo que no lo hay en la contemplación de cualquier dolor ajeno. La agonía es el último reducto de intimidad, en el que nos enfrentamos a la paradoja que plantea la muerte y lo hacemos en soledad. Unos con sus esperanzas en el más allá y otros deseando que el asunto sea rápido y, puestos a pedir, indoloro.

Ver a este hombre convertido en títere de sus circunstancias y su escenificación del martirio me deja perplejo; muerte y circo se dan una vez más la mano para mantener al público entretenido y pendiente de los partes médicos, las noticias anticipan lo que ocurrirá una vez desaparezca, se aventuran hipótesis de todo tipo, rezos, plegarias y expresiones de lástima.

Y por un momento lo imagino levantándose de la cama, saliendo al balcón totalmente recuperado y proclamando en varios idiomas: ¡que os follen!.

Sería una ejemplar victoria para los seres humanos. Y un gran ejercicio de actuación.


Escrito por txema

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